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miércoles, 22 de noviembre de 2017

REINO UNIDO: El Apocalipsis de Theresa May

La anarquía en que se halla sumido el Ejecutivo británico ha puesto al borde del colapso a Theresa May. La ínfima autoridad que comandaba desde la debacle electoral de junio - en unas votaciones que ella apuró precisamente en su afán por conseguir una mayoría aún mayor que le permitiera negociar el "brexit” con tranquilidad - ha derivado en una pantomima política en la que el surrealismo de cada jornada supera al de la anterior. Su gabinete ha relegado la jerarquía a una práctica del pasado y, a día de hoy, importantes pesos pesados evidencian su convencimiento de que la deslealtad puede quedar impune. La dimisión de dos ministros en una semana, las continuas salidas de tono los integrantes del Gobierno y los sucesivos escándalos ratifican su extrema debilidad. Incapaz de imponer disciplina interna y maniatada para despedir a quienes la han humillado públicamente, May se ha convertido en una líder de paja: habita en el número 10 del Downing Street, pero ha perdido el control de la residencia oficial. Su mantra del "gobierno fuerte y estable", reiterado durante la funesta campaña de las generales en la que comenzó a cavar su tumba política, ha quedado como un trágico recordatorio de los réditos obtenidos por su apuesta de adelantar elecciones: un ejecutivo desacreditado y en tumulto constante, la proliferación de maquinaciones sucesorias a la vista de la ciudadanía y, como desafortunado colofón, el equipo humano más dividido en décadas al frente del mayor desafío afrontado por Reino Unido en tiempos de paz: el Brexit. El más difícil todavía semejaba inverosímil en un país con una historia política marcada por la narrativa dramática, desde el Gobierno Nacional durante la II Guerra Mundial, a la convulsa década de los 70, la era infame de Margaret Thatcher, o la enemistad íntima de Tony Blair y Gordon Brown en el zénit del Nuevo Laborismo. Sin embargo, en plena cuenta atrás para la salida de la UE, el Ejecutivo ha sido fagocitado por disputas internas avivadas por el descabezamiento de May, ambiciones personalistas y un Partido Conservador para el que Bruselas representa la mecha de una bomba letal. La premier ni gobierna ni puede controlar la disidencia, consciente de que cualquier despido arriesgaría con precipitar su caída. Sin embargo, no son pocos los que en su propio grupo parlamentario le exigen mano dura. Un notable volumen de diputados sabe que el espectáculo de las últimas semanas ha menoscabado aún más la credibilidad de la marca tory. El electorado tiende a castigar la deslealtad, por lo que cualquier asalto al número 10, y más en ausencia de un candidato natural, podría acarrear nuevas generales cuando el partido menos las necesita. De ahí que con una May en caída libre no podrá evitar un desahucio anticipado de Downing Street. Su cometido fundamental, evitar un divorcio caótico, es defectuoso desde el inicio mismo, debido a la imposibilidad de contentar a un gabinete fracturado en dos: el frente que propugna mantener los lazos lo más estrecho posible con Bruselas y aquel que demanda una salida rápida y brutal. Gran parte de la parálisis que la UE imputa a la estrategia negociadora británica procede, precisamente, de la incapacidad de su Gobierno de ponerse de acuerdo entre ellos, por lo que, en cierto modo, el propósito de la ambigüedad intencionada de la primera ministra es retrasar lo inevitable: su inexorable caída. Por todo ello, el último quebradero político para la delegación europea es cuánto le queda a May en el poder y si quien la reemplace acatará los compromisos adquiridos. Como recordareis, durante la campaña del referéndum, defendió la permanencia y sólo se adhirió al Brexit por falta de alternativa, por lo que el temor es que su reemplazo proceda del núcleo duro anti-UE y sabotee todavía más un proceso ya enquistado. Con el triunfo obtenido en la consulta, que ocasiono la renuncia de su antecesor David Cameron, a May le toco dirigir la salida del Reino Unido de la UE, adoptando posiciones contrarias a lo que preconizaba, por lo que se gano el rechazo y el resentimiento incluso dentro de su propio partido, que hoy le ha dado la espalda. Para agravar las cosas, un importante grupo de 40 diputados del Partido Conservador, están dispuestos a firmar una carta de censura a la jefa de gobierno ya que consideran que no está manejando bien el “brexit” y exigen su salida. Si bien el total de diputados necesarios para forzar la elección de un nuevo líder en el partido es de 48, el solo hecho de que se hayan reunido ya 40 voces disidentes habla de la magnitud del problema que enfrenta el partido. Los críticos de May alegan que seis rondas de negociaciones con la UE apenas han aportado claridad sobre el proceso de desconexión y su calendario, lo que ha generado incertidumbre para las empresas y para los comunitarios que viven en el Reino Unido. Incluso algunos diputados "tories" admiten en privado que May es un problema y están evaluando la posibilidad de que el partido necesite estar un periodo en la oposición. Por si eso fuera poco, el dominical Mail on Sunday informó de una presunta carta secreta enviada por los ministros Boris Johnson (Exteriores) y Michael Gove (Medio Ambiente) para urgir a May que avance con un "brexit” duro, lo que ha originado una nueva crisis al interior del gobierno. Pero las malas noticias para ella también provienen de parte de sus ‘aliados’ europeos. En efecto, en plena crisis de gabinete británico, Francia y Alemania consideran que no podrá sobrevivir, esperando que se anuncien elecciones generales en Gran Bretaña “antes de fin de año” y especulan con la posibilidad de un “No Brexit” o una desordenada salida sin acuerdo de la UE. Cuando se inicia la sexta ronda de negociaciones por el Brexit en Bruselas, Francia y Alemania se aprestar a presionar a Gran Bretaña como nunca hasta ahora, según fuentes diplomáticas. La línea será dura: no hay ninguna posibilidad de discutir la futura relación con Europa si antes no se establece el arreglo financiero del divorcio. No existe la menor posibilidad de que el reino establezca relaciones bilaterales uno a uno con los países del bloque sobre los derechos de los ciudadanos europeos o la posibilidad de votar en elecciones locales o europeas. Repudiada por todos, para nadie es un secreto que Theresa May vive sus últimos días en el 10 de Downing Street. Desesperada y en un acto supremo de hipocresía, no ha dudado en usar el manoseado recurso de la “injerencia rusa”, acusando sin prueba alguna a Moscú de sus desgracias, pero ya nadie cree en sus palabras. ¿Podrá sobrevivir hasta la Navidad? Los profetas políticos ya están de acuerdo en su presagio colectivo: habrá nuevas elecciones en el 2018. Son tiempos interesantes en el Reino Unido, de los que no hay nada que envidiar :)
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