TV EN VIVO

miércoles, 20 de abril de 2016

RECEP TAYYÍP ERDOGAN: El Gran Dictador

En esta oportunidad nos ocupamos de quien por méritos propios se había convertido en el hazmerreír de Occidente. En otras circunstancias, nadie daría importancia a sus ridículas propuestas, pero debido a la amenaza que representa - tanto por su declarado apoyo al terrorismo, como el genocidio sistemático con que trata de someter al pueblo kurdo, quienes luchan heroicamente desde hace décadas por su libertad y que sufren una sangrienta represión a manos del ocupante turco, que incluye el asesinato en masa de la población kurda y la destrucción de sus campos y ciudades, ante el silencio cómplice tanto de los gobiernos occidentales como de la prensa internacional que ocultan estos abominables crímenes por tratarse de un “socio” de la OTAN - es necesario combatirlo y no ceder ante sus provocaciones. Nos referimos obviamente a Recep Tayyíp Erdogan (el mismo que en su locura megalomaniaca se cree la reencarnación de Solimán El Magnifico y quien sueña con restaurar el Imperio Otomano) el cual no tolera crítica alguna a su persona y que ha puesto en su punto de mira al periodismo independiente que no se somete a sus caprichos, acusándolos de ser “traidores” y “terroristas” por pedir la paz con los kurdos y el reconocimiento a su derecho a decidir su propio destino. En efecto, Dexter Filkins, periodista del New Yorker y ganador del premio Pullitzer, afirma que la situación para los periodistas en Turquía es insostenible por el clima de terror al que están sometidos. En diciembre del 2014, la policía turca arrestó al editor de Zaman, el periódico más importante del país, que no sólo era un crítico de Erdogan, sino que también había escrito extensamente acerca de la corrupción que impregna su gobierno y la familia. El editor, Ekrem Dumanlı, fue acusado falsamente “de tratar de montar un golpe de Estado”, mientras el gobierno tomaba por asalto la sede de Zaman, comenzando desde entonces a imprimir artículos a favor del régimen, ensalzando hasta el infinito - como no podía ser de otra manera - la figura del dictador. Luego de la confiscación de Zaman, el periódico Cumhuriyet quedo como uno de los últimos pilares de la prensa de oposición. En mayo del año pasado, Cumhuriyet publicó un video que mostraba los oficiales de inteligencia turcos que transportan camiones llenos de armas a grupos terroristas en Siria. No había nada nuevo el ello: Todo el mundo sabe que Turquía es uno de los patrocinadores más agresivos e indiscriminados de ISIS, aquel grupo de mercenarios que luchan contra el gobierno de Bashar al-Assad, su gran enemigo. Es sabido por otra parte que Turquía no solo se había convertido en una zona de paso para los terroristas de ISIS quienes cruzaban la frontera con Siria para luchar contra Damasco, sino que la propia familia de Erdogan comerciaba con ellos el petróleo robado tanto en Siria como en Irak, sacando buena ganancia de esta ilícita operación, revendiéndola a Ucrania e Israel. Hoy les sirve de refugio a los terroristas, que huyen en masa de Siria debido a los bombardeos rusos y el avance del reconstituido ejercito sirio. El problema para Erdogan fue que la historia de Cumhuriyet salió justo cuando estaba sucumbiendo a la presión de la administración de Obama para disimular como ellos su política respecto a ISIS. En noviembre, los agentes del gobierno detuvieron violentamente a sus dos principales editores, Puede Dündar y Erdem Gül, ambos veteranos periodistas, quienes fueron acusados de “espionaje”. Los fiscales pidieron cadena perpetua para ambos y el propio Erdogan se transformó en un demandante en el caso. La semana pasada, un juez ordenó que sea un juicio cerrado al público. La campaña de Erdogan contra Cumhuriyet ha coincidido con otra polémica más, esta vez relacionada con periodistas kurdos, al menos una docena de los cuales han sido detenidos y encarcelados por el cargo de "apoyo al terrorismo". Hay al menos veinte reporteros encarcelados en Turquía, según Nina Ognianova, del Comité de Protección de Periodistas de Nueva York. "De todos modos es muy difícil conseguir información por lo que no estamos seguros de cuantos periodistas mas han sido detenidos y si siguen con vida", dijo Ognianova. "La campaña de Erdogan es implacable" concluyo. Su odio contra la prensa no se limita a su país, sino que ahora pretende imponer “sus reglas” fuera de ella y lo peor es que existen gobiernos complacientes que han adoptado una posición sumisa al respecto. Un claro ejemplo de ello es Alemania, donde Angela Merkel – la misma que acoge con los brazos abiertos a los terroristas de ISIS que con el rotulo de “refugiados” invaden prácticamente Europa - adoptando una posición vergonzosa e indigna de un dignatario alemán, ha aprobado que se inicie un proceso penal contra el humorista que “insultó” a Erdogan, lo que ha desatado el rechazo de la opinión pública alemana ante tal atropello a la libertad de expresión y todo para complacer a un déspota oriental que a cada paso que da, viola los Derechos Humanos con total impunidad, porque sabe muy bien que Occidente “lo necesita” para acabar con el flujo de “refugiados” y puede imponer sus “condiciones” por mas disparatadas que sean. El problema comenzó cuando el humorista Jan Böhmermann emitió un video satírico en un programa de humor de la televisión pública alemana, en la cual se burlaba de Erdogan por el hecho de “tenerla pequeña” acusándolo de ser un zoofílico al ”hacerlo con cabras mientras observaba pornografía infantil” del cual se sabe que es un gran adicto. Así respondía a la ofensiva diplomática turca desencadenada por otro programa de televisión anterior en el que criticó la terrible situación de los Derechos Humanos en Turquía. La pieza humorística, comparable al que los guionistas dedican habitualmente a los políticos locales pero considerado “irrespetuoso” por el gobierno de Ankara (que incluso exige que sea retirado de Internet), el cual criticaba las políticas del sátrapa turco, con una cancioncilla cuya estrofa decía “Un periodista que escribe algo que no le conviene a Erdogan mañana ya está en la cárcel” acompañada por imágenes de violencia policial y los lujosos palacios presidenciales con mil habitaciones que mando construir recientemente para vivir como todo un Sultán.. Según fuentes cercanas a Böhmermann, el humorista quiso con su siguiente intervención demostrarle lo que es traspasar los límites de la libertad de expresión. El caso ha provocado fuertes tensiones en la gran coalición de Merkel, quien tuvo que hacer valer su voto cualificado para imponerse sobre sus ministros del Partido Socialdemócrata (SPD), que rechazaban la petición de Ankara. En declaraciones al semanario 'Der Spiegel', el director general de la ZDF, Thomas Bellut, garantizó su pleno apoyo al humorista para hacer frente al proceso."Vamos a acompañarlo a todas las instancias", afirmó Bellut, quien garantizó que no emprenderá ninguna medida disciplinaria contra el jefe de redacción responsable de la difusión en su canal del poema de Böhmermann. La decisión de permitir que se abra proceso al cómico ha desatado un alud de críticas sobre Merkel, tanto desde el conjunto de la profesión periodística como del ámbito político. “Erdogan ha perdido el contacto con la realidad”, comentó al respecto el presidente de la Federación Alemana de Periodistas (DJV), Frank Überall, para quien las protestas oficiales de Turquía son ridículas. Incluso el popular diario 'Bild', tradicionalmente afín a la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller, apunta en su portada que Merkel se ha arrodillado ante Erdogan, “dando preferencia a la búsqueda de soluciones para frenar la masiva llegada de refugiados al país” indicó. El artículo 103 del Código Penal alemán prevé hasta tres años de cárcel para quien insulte a un “Jefe de Estado extranjero”, si bien una condena de ese tipo exige una investigación de la Fiscalía y la aprobación del Gobierno federal, pero debido a la polémica surgida, se piensa derogarla mas adelante por anacrónica. Venga ya, por lo visto la locura de este sátrapa oriental no conoce límites. Considerado “el enfermo de Europa” durante los siglos pasados, el Imperio Otomano no pudo evitar finalmente su colapso y expulsión del continente y hoy convertido en una república, ha demostrado ser más inestable que su antecesor, con gobiernos autoritarios y corruptos como el de Erdogan, quien financia grupos terroristas y chantajea a la UE exigiendo miles de millones de euros a cambio para “evitar” que los “refugiados” sigan llegando a nuestras costas, mientras se le permite que instaure un régimen de terror en las puertas de Europa. Es hora de poner un alto a los abusos de este iluminado, expulsar a los millones de turcos existentes en Alemania - que actúan como sus quintacolumnistas - y denunciar sus crímenes ante el mundo. Esta absurda situación ha llegado a tal grado que en Bruselas ya se preguntan: Con “aliados” así ¿para que queremos enemigos? :(

iPAD Pro 9.7″: La mejor pantalla de un iPad ahora es manejable

Tras la presentación del iPad Pro con sus contundentes 12.9 pulgadas, Apple dejó en suspenso la renovación de su tablet más preciado y con formato más lógico, el Air. Pero finalmente hace unas semanas llegaba el iPad Pro 9.7, con diseño del Air, prestaciones del Pro y el estreno de una pantalla asombrosa. Es el tamaño "tablet" por excelencia, al que más nos tiene acostumbrados Apple, así que no nos costará demasiado adaptarnos a él, al contrario que lo que ocurre con el mini o el iPad Pro de 12.9", cuya curva de adaptación es muchísimo más pronunciada. Por otro lado, parece que Apple se ha tomado una pequeña pausa en su objetivo de hacer más ligero y fino el dispositivo. Cada vez tiene menos margen, pero esta vez nos vuelve a sorprender. De momento, nada que reprochar: alcanzar este nivel de miniaturización y optimización del espacio, manteniendo el rendimiento y la autonomía de este iPad Pro, no puede tener réplica. En cuanto a su diseño y tamaño, en su versión corta: todo lo bueno del iPad Pro de 12.9", en la versión reducida y ligera que marcan los marcos, valga la redundancia, del iPad Air 2. Mientras en su versión larga: no hay misterios en este tamaño y diseño, herederos directos del iPad Air. La "pérdida" respecto a la versión de 12.9 pulgadas es evidente, sobre todo a la hora de utilizarlo con el teclado acoplado para ser productivos. Una pantalla más pequeña con menos espacio útil. A cambio, se gana mucho en manejabilidad. Un iPad Pro 9.7" tiene mucho más sentido para quien se pasa la semana metiéndolo y sacándolo de la mochila, usándolo en trenes y aviones, como una extensión del smartphone. Frente a él, el de 12.9", más idóneo para quien lo usa como se suele utilizar un portátil: de una forma estática, sin tantos viajes dentro y fuera de la mochila, apoyado en una mesa en la mayoría de ocasiones. Cuestión de tallas. En cuanto a su pantalla, posiblemente estemos frente a la mejor que hemos visto nunca en un dispositivo iOS y en cualquier dispositivo móvil. La resolución ha bajado respecto a la del iPad Pro de 12.9", y se queda en la habitual en los iPad recientes de 9.7", 2048 x 1536 píxeles. El resultado, la misma densidad que en el modelo superior, 264 píxeles por pulgada. Y llevado a la práctica, una reproducción del color, brillo y contraste excelentes. No hay pantalla igual en el mercado de tablets ni smartphones Hasta aquí, nada demasiado nuevo bajo el Sol. Lo interesante llega cuando a esta calidad se le suma la tecnología True Tone, nombre familiar para cualquier asiduo de la tecnología en general y de Apple en particular: es el mismo nombre que lleva el flash del iPhone desde que Cook presentó el 5s, y con él, un doble flash con luz tanto blanca como ámbar y más de mil opciones de combinación de ambas para que se utilizase el flash con la luz perfecta para cada situación. Aplicado a la pantalla, adapta el color, contraste y saturación según las condiciones lumínicas. Esto se traduce en que si estamos leyendo un libro o un artículo a plena luz solar, la pantalla reforzará el contraste y la intensidad del blanco para que el texto sea más legible. Y así con todo tipo de situaciones en base a qué cantidad y tipo de luz tengamos en cada momento. True Tone es invisible, no es como el modo Night Shift, rodeado de cierta incógnita todavía, que modifica de forma agresiva la temperatura de color de la pantalla cuando comienza a atardecer. True Tone se nota cuando lo desactivamos. Es entonces cuando podemos apreciar la diferencia. Si algo es especialmente acertado en el iPad Pro 9.7" a la hora de traerlo desde el modelo superior es el sonido, los cuatro altavoces incorporados en los bordes inferior y superior que realmente marcan la diferencia con el iPad Air 2, mini 3 y compañía. De hecho, es difícil pensar en una tablet con un sonido tan bueno y potente. Apple también ha hecho una genialidad con los altavoces: adaptar el sonido de cada uno en función de si tenemos el iPad en vertical o apaisado. Las frecuencias medias y altas siempre salen de los altavoces que estén en el borde superior, mientras que los bajos salen por los cuatro. Un detalle que para muchos pasará desapercibido pero que tiene su consecuencia en un sonido, simplemente, mejor. En cuanto al sonido, en el iPad Pro 9.7" es superior, y no sólo de cara a escuchar música o ver películas. Hace que utilizarlo sin auriculares para hablar por Facetime en un entorno ruidoso, por ejemplo, sea bastante mejor que en un iPad Air 2 y otros compañeros de fábrica. Por su parte, el Smart Keyboard del iPad Pro 9.7" no tiene secreto: es el mismo que el del iPad Pro de 12.9", adaptado en tamaño. Sigue con sus mismos puntos fuertes y débiles: entre los primeros, es cómodo al tacto y elegante, además de resistente, utiliza el Smart Connector, y es rápido acostumbrarse a escribir con él.En el lado de las desventajas, todavía no hay un modelo con teclado español (sólo estadounidense), no es retroiluminado, y tiene cierta propensión a atraer partículas de suciedad. Así y todo, nos parece la mejor opción a considerar para quien quiere un teclado para su iPad Pro, En relación a la batería, está en torno a las diez horas de utilización que atribuye Apple, obviamente con diferencias en base al tipo de uso de cada usuario. Si se utiliza como dispositivo principal (o único) durante una jornada de trabajo, muy probablemente la aguantará sin problemas sin tener que pasar por el cargador. En este caso, referenciamos a la carga diaria. Para usos más esporádicos, de ratos entre el trabajo y la desconexión, o utilización puntual, la carga será mucho más eventual. Un consejo aquí: el iPad Pro 9.7" LTE consume más que el Wi-Fi si tiene insertada una tarjeta SIM, especialmente en movilidad, como cualquier smartphone. En el caso de no usarse, mejor ponerlo en modo avión de cara a largos ratos de ahorro de batería. Las cámaras, por otro lado, son por fin tan buenas como en el iPhone más reciente, en este caso el 6s. Nada que añadir por lo tanto, son cámaras que ya no tienen secretos. Ninguna tablet puede hacerle frente en este sentido. La cámara trasera de una tablet, de todas formas, tampoco conquistará a prácticamente nadie. La frontal, en cualquier caso, tiene algo más de sentido. En conclusión, El iPad Pro 9.7" tiene todo lo bueno del iPad Pro de 12.9" adaptado a un tamaño (y un precio) mucho más aceptables en el mercado de masas, o en el mercado de consumo con ciertas aspiraciones profesionales. No pierde prácticamente nada respecto a su hermano mayor: la pantalla es, aunque algo más pequeña, aún mejor. Las cámara ya son tan buenas, píxel a píxel, como las del último iPhone (aunque a la postre, casi nadie usa la trasera de forma regular). El rendimiento se mantiene, y únicamente hay un asterisco en sus tripas: 2 GB de RAM, en lugar de los 4 GB del modelo grande. Un detalle que puede parecer baladí (hablamos de Apple, allende donde las especificaciones se difuminan) pero que puede tener consecuencias en el rendimiento y la multitarea, especialmente dentro de un tiempo y unas cuantas actualizaciones. Ese, y el hecho de que falta repensar algo más el sistema operativo para que los dispositivos apellidados "Pro" que usan iOS puedan batirse el cobre con las tablets con Windows 10 en el ring de una oficina. Hablamos de un par de pasos más en la multitarea, la posibilidad de hacer drag & drop con textos, imágenes, etc. para aprovechar mejor la pantalla dividida de Split View. Por lo demás, estamos frente a la tablet total :)

TRUMP FORCE ONE: Para quien puede darse el gusto

A diferencia de los demás precandidatos a la nominación presidencial en los EE.UU., Donald Trump es el único de los cinco que tiene un avión propio para trasladarse. Y eso no es un dato irrelevante. A lo largo de las elecciones primarias, durante todos los meses que los políticos están en campaña, son muchos los kilómetros que tienen que recorrer y hacerlo con un transporte propio no es una ventaja menor. Mientras que Hillary Clinton, Ted Cruz y John Kasich están vendidos en cuerpo y alma a las corporaciones de Wall Street para que financien sus campañas, el señor Trump (quien por cierto acaba de imponerse ampliamente este martes en Nueva York) no lo necesita porque es multimillonario y no le debe favores a nadie. Como sabéis, alquilar un avión no es para nada accesible: cuando ya se está en la fase final de la campaña, una vez que el candidato fue oficialmente nominado, debe desembolsar hasta tres millones de dólares por semana (de 900.000 a 2,7 millones de euros). Si tenemos en cuenta que este año las Convenciones se celebran tres meses y medio antes de las elecciones, nos sale que solo el presupuesto para vuelos de los candidatos puede llegar a los 50 millones de euros. Un inconveniente tratándose de cualquier mortal, pero que para Donald Trump no es problema alguno. Para ello tiene su propio Boeing-757, marcado en sus costados con unas inmensas letras que componen su apellido, el cual puede trasladar hasta 300 personas y cuenta con todas las comodidades que el magnate puede reclamar. Por sus lujos y las instalaciones que ofrece, la prensa estadounidense lo bautizó como “Trump Force One”, en un juego de palabras con el avión presidencial “Air Force Once”, una especie de sucursal de la Casa Blanca en el aire. Construido en 1991, fue comprada al poco tiempo por el multimillonario Paul Allen, dueño del equipo de fútbol americano Seattle Seahawks, quien lo convirtió en una aeronave de lujo. En el 2011, Trump lo adquirió por la módica suma de $100 millones, según Business Insider. Pero como al magnate el estilo que tenía no era de su agrado, decidió cambiarlo todo, de una punta a la otra. Así, le puso sofás mohair, asientos de cuero, madera de primerísima calidad, accesorios en oro y plata, entre otros lujos, para sentirse a gusto como se merece. “¿Les gusta mi avión?”, exclamó Donald Trump a los reporteros cuando lo presentó oficialmente. Ahora vuela en el a todas partes dispuesto a hacerse con la nominación republicana o en su defecto lanzarse como independiente para llegar a la Casa Blanca y poner orden en este desbarajuste causado por quienes desean desatar a como de lugar la III Guerra Mundial. Esperemos verlo pronto como Presidente :)
Creative Commons License
Esta obra está bajo una Licencia de Creative Commons.