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miércoles, 13 de enero de 2016

ARABIA SAUDITA: La hora final

Esta semana toca referirnos a un caso que ha agravado la situación ya de por si explosiva en el Medio Oriente y que puede devenir en una guerra entre dos países que rivalizan entre si por extender sus áreas de influencia en la zona, y que además se encuentran en bandos diferentes en los conflictos que se viven en Siria y Yemen, así como en relación a la lucha contra el terrorismo que desangra la región: Irán y Arabia Saudita. En efecto, la ejecución del opositor político chiita Nimr al Nimr, llevada a cabo por las autoridades de Riad, tiene que ver, fundamentalmente, con luchas estratégicas y políticas destinadas a fortalecer ciertos espacios hegemónicos en esta conflictiva región de Oriente Medio. Arabia Saudita no va a permitir que Irán se consolide como una potencia regional, luego de que los acuerdos alcanzados con Occidente hicieran que Teherán se haya convertido en un actor sumamente interesante no solo a nivel político regional, sino en la escena global de inversiones, lo cual ha creado una profunda tensión en las corruptas petromonarquías del Golfo y Arabia Saudita, quienes ven amenazados así sus propios intereses y están dispuestos a exacerbar las tensiones así ello los conduzca a la guerra, en las que tienen mucho que perder ya que sus fuerzas armadas no se pueden comparar ni por asomo al temible ejercito iraní. Al respecto, Thierry Meyssan estima que la caída del reino es inevitable y que llegará acompañada de un periodo de violencia extrema: “En solo un año Salman bin Abdulaziz,, el nuevo rey de Arabia Saudita - hijo número 25 del fundador de la dinastía Saud - ha logrado consolidar su autoridad personal en detrimento de las demás ramas de la familia real, como el clan del príncipe Bandar ben Sultan y el del ex rey Abdallah. Pero no se sabe lo que Washington puede haber prometido a los perdedores para que no traten de recuperar el poder. En todo caso, una serie de cartas anónimas publicadas en la prensa británica esta semana hacen pensar que estos miembros de la familia real saudita no han renunciado a sus ambiciones. En efecto, luego de haberse visto obligado por sus hermanos a nombrar al príncipe Mohamad ben Nayef como próximo heredero, el rey Salman rápidamente lo aisló y limitó sus competencias, favoreciendo con ello a su propio hijo, el infame príncipe Mohammed ben Salman, cuyo carácter impulsivo y brutal es conocido por todos. De hecho, el príncipe ben Salman y su padre el rey son quienes están gobernando el reino, solos, como autócratas, sin ninguna forma de contrapoder en un país donde nunca se ha elegido un parlamento y los partidos políticos están prohibidos. Así se ha podido ver a Mohammed ben Salman asumir la presidencia del Consejo de Asuntos Económicos y Desarrollo, imponer una nueva dirección al Ben Laden Group y apoderarse de ARAMCO. En todos los casos, su objetivo ha sido marginar a sus primos y poner a sus propios hombres de confianza a la cabeza de las grandes empresas del reino. En el plano interno, el régimen saudita se apoya solamente en la mitad de la población sunnita o wahabita, mientras que discrimina a la otra mitad de la población, brutalmente oprimida durante décadas. No es de extrañar por ello que Mohammed ben Salman aconsejó a su padre ordenar la decapitación del jeque Nimr Baqir al-Nimr porque este último había osado desafiarlo. Dicho de otra manera, el Estado condenó a muerte y ejecutó al principal jefe de su oposición, cuyo único “crimen” era haber formulado y repetido la consigna: El despotismo es ilegítimo. El hecho que ese líder fuese un jeque chiita refuerza inevitablemente la impresión que tienen los no sunnitas de vivir bajo un apartheid, ya que se les prohíbe la educación religiosa y se les niega el acceso a cualquier empleo en el sector público. En cuanto a los no musulmanes, que son un tercio de la población saudita, no están autorizados a ejercer su religión y ni siquiera tienen acceso a la nacionalidad. En el plano internacional, el príncipe Mohammed y su padre aplican una política basada en las tribus beduinas del reino. Sólo así se explican simultáneamente el financiamiento saudita a los talibanes afganos, la represión contra la revolución en Bahréin, el apoyo a ISIS en Siria e Irak y la invasión de Yemen. Los Saud siempre apoyan grupos sunnitas, a los que consideran más cercanos al wahabismo que esa familia impone como religión estatal en Arabia Saudita. Es importante señalar, de paso, que la ejecución del jeque chiita al-Nimr tuvo lugar inmediatamente luego del anuncio de la creación de una amplia coalición “antiterrorista” de 34 Estados musulmanes alrededor de Riad. Cuando se sabe que el ejecutado, que siempre rechazó recurrir a la violencia, había sido condenado a muerte por “terrorismo”, el mensaje que se desprende de su ejecución es que dicha coalición en realidad es una alianza sunnita contra Irán, la potencia rival en la región y para colmo, chiita. Mohammed ben Salman decidió iniciar la guerra en Yemen, supuestamente para prestar ayuda al dictador Abd Rabbo Mansur Hadi - derrocado por una alianza entre los rebeldes huthis y el ejército del ex presidente legitimo Ali Abdallah Saleh – pero que en realidad es para apoderarse de los yacimientos yemenitas de petróleo y explotarlos junto a Israel. Como era previsible, esa guerra no está dando los resultados que esperaba y los rebeldes están incursionando en suelo saudita, donde el ejército del reino huye despavorido, incluso abandonando su armamento, demostrando su vulnerabilidad e incapacidad para el combate, por lo que muchos ven como suicida sus constantes provocaciones a Teherán, cuyo ejército puede dar fácilmente cuenta de ellos. Arabia Saudita es, por consiguiente, el único país del mundo que es propiedad personal de un solo hombre, gobernado por ese autócrata y su hijo, que rechaza todo debate ideológico, no tolera ninguna forma de oposición y no acepta otra cosa que el vasallaje tribal. Estas características, por mucho tiempo consideradas residuos de un pasado feudal llamados a adaptarse al mundo moderno, se han enquistado al extremo de convertirse en la identidad misma de un reino anacrónico. Es por ello que la caída de la casa Saud podría verse provocada por el desplome de los precios del petróleo. Incapaz de rediseñar su tren de vida, el reino se endeuda a toda velocidad y, según los analistas financieros, tendría que enfrentar la bancarrota de aquí a 2 años. La venta parcial de ARAMCO podría prolongar la agonía, pero tendrá como consecuencia una pérdida de autonomía. Muchos analistas ven la decapitación del jeque al-Nimr como la gota que derramo el vaso. La caída de la monarquía se ha vuelto inevitable en Arabia Saudita porque quienes allí viven carecen ahora de toda esperanza. Como resultado, el país enfrentará una mezcla de revueltas tribales y de revoluciones sociales que resultará mucho más mortífera que los conflictos que hasta ahora han sacudido el Medio Oriente. Pero, lejos de oponerse a este trágico final, los protectores estadounidenses del reino lo esperan impacientes. Y si no dejan de celebrar la “sabiduría” del príncipe Mohammed, en realidad lo hacen para estimularlo a seguir cometiendo errores, cavando con ello su propia tumba. Ya en septiembre de 2001, el Estado Mayor Conjunto estadounidense trabajaba en un mapa de rediseño del Medio Oriente ampliado que preveía el desmembramiento del reino en 5 Estados. Y en junio de 2002, durante una célebre reunión del Defense Policy Board, Washington ya estudiaba cómo deshacerse de los Saud, algo que ahora es sólo una cuestión de tiempo” puntualiza la nota. Como podéis notar, el destino de Arabia Saudita está marcado, involucrándose en aventuras militaristas fuera de sus fronteras para tratar de satisfacer sus ambiciones e imponer su hegemonía por lo que tarde o temprano tenia que encontrarse con Irán y ese momento ha llegado. En su locura, la corrupta casa real saudita ya esta pensando incluso en realizar un ataque militar contra Teherán, confiado en tener a su lado a los EE.UU. para esta agresión criminal. Sin embargo, una información dada a conocer este lunes por Los Angeles Times indica que las relaciones entre Washington y Riad son más inestables que nunca, por lo que este último no podría contar con su ayuda. "Hemos contemplado durante mucho tiempo el deterioro de las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita, que comenzó mucho antes de la Administración de Barack Obama", asegura el exembajador estadounidense en Riad, Charles W. Freeman Jr. Según él, si bien "las relaciones entre ambos países se han basado en intereses y no en valores", en los últimos años esos intereses "divergen", en particular en lo que respecta a Irán y la cuestión del petróleo. Ambos países todavía se necesitan el uno al otro, pero mucho menos que antes. Siguen siendo socios, pero socios más distantes", concluye el columnista. En todo caso, si los EE.UU. decide apoyarla, Irán no estará solo en la pelea, ya que tiene a su lado tanto a Rusia como a China, por lo que el conflicto degeneraría en una conflagración nuclear. No cabe duda que si los que gobiernan Arabia Saudita no son detenidos a tiempo - tal vez asesinados por ambiciosos miembros de su propia familia como ya ocurrió en 1975 - el mundo se dirigirá inevitablemente a su autodestrucción :(

NEXUS 6P: El gigante de Google

Es grande, muy grande, aunque no lo parece en absoluto. Su pantalla de 5.7 pulgadas llama poderosamente la atención, y sorprende que un terminal así se pueda sujetar tan cómodamente con una sola mano. Se trata de la nueva generación de Nexus, el smartphone puro Google y que esta vez nos llega de la mano de Huawei, que se ha encargado de la fabricación del terminal. La pantalla del nuevo Nexus 6P es WQHD Amoled, (2K) y ofrece una impresionante resolución de 518 píxeles por pulgada. Cuenta en su parte frontal con dos altavoces estéreo que ofrecen un sonido realmente espectacular, si tenemos en cuenta que estamos hablando de un teléfono móvil. El procesador es la segunda versión del potente Qualcomm Snapdragon 810, una «bestia» de ocho núcleos y que corrige ya los defectos de excesivo calentamiento de su predecesor. Esto, junto a los 3 GB de memoria RAM y su batería de 3.450 miliamperios garantiza toda la fluidez, rapidez y duración que se necesita para casi dos días completos de actividad con una sola carga. Como podéis imaginar, el Nexus 6P cuenta con un sistema de carga rápida que permite ganar, en solo diez minutos, siete horas más de autonomía. La memoria interna es de 32 GB, puede que el único talón de Aquiles de este terminal de altas prestaciones, especialmente si tenemos en cuenta que no admite tarjetas externas MicroSD. Por supuesto, incorpora Android 6.0 Marshmallow, la última versión del sistema operativo de Google, y las actualizaciones se descargarán automáticamente y al instante, sin demoras ni largas esperas. Especial atención ha prestado Huawei al apartado de la cámara. Con bastantes similitudes con la del nuevo Mate S, la firma ha optado por pixeles de 1.55 nanometros, mayores de lo normal, lo que significa que son capaces de absorber más luz y por lo tanto obtener mejores imágenes en ambientes oscuros o poco iluminados. Por eso, los 12,3 megapíxeles nominales de la cámara principal equivalen a entre 18 y 20 megapíxeles de una cámara con pixeles de tamaño convencional. La cámara permite grabar vídeos en resolución 4K, y este es, precisamente, uno de los puntos en los que la memoria interna de solo 32 GB puede quedar muy corta, dado el gran volumen que ocupan los archivos grabados con esta resolución. La cámara frontal, por su parte, es de 8 megapíxeles (convencionales). En la parte trasera, se encuentra el sensor de huellas dactilares, un «extra» que muy pocos fabricantes olvidan en la actualidad. En cuanto a su coste y dispobilidad, el terminal - de color negro grafito - ya está a la venta tanto online como en tiendas físicas a un precio de 649 € :)

BARÇA: Un símbolo eterno del catalanismo

¿Puede un club de fútbol convertirse en símbolo identificador de un país? Sí, puede. Desde su nacimiento, el Barça ha vivido integrado plenamente a los cambios sociales y culturales de Catalunya. Su imagen, como símbolo del país, la podemos observar en múltiples manifestaciones. Formar parte del movimiento político catalán para defender la cultura, la lengua y la identidad nacional ha sido siempre una prioridad dentro y fuera de los terrenos de juego para un club que cumple más que una función deportiva. Como sabéis, la trascendencia social de todas las acciones públicas del FC Barcelona ha ido ligada, desde sus inicios, a la historia de Catalunya y a sus hechos más importantes. En estas fechas tan señaladas, no podía faltar el homenaje del Barça a los caídos de la Guerra de Sucesión de 1714. Pero, para poner en contexto, contamos los hechos de la historia del Barça que lo han vinculado eternamente al nacionalismo catalán. Ya desde su fundación en 1899, el FC Barcelona se convirtió en un referente deportivo e institucional del pueblo de Catalunya. Nacido en una burguesía nacionalista junto a otras instituciones, como el Orfeó Català o Centre Excursionista, el Barça, con pequeñas muestras de acercamiento al catalanismo, se convirtió en algo más que un club de fútbol apoyando a las instituciones políticas que defendían la lengua, la cultura y las tradiciones de Catalunya. Probablemente la primera gran acción de trascendencia social fue el apoyo oficial a la petición del Estatuto de Catalunya de 1918, hecho que lo convirtió, al ser el único club deportivo adscrito a la petición, en “el club de Catalunya” según escribió el periódico La Veu de Catalunya en esa época. La segunda gran muestra antes de la llegada del franquismo fue la pitada ensordecedora al himno español en 1925 en el estadio de Les Corts, castigada por ello con 6 meses de inhabilitación. Reprimido ya en su día por la dictadura de Primo de Rivera, la Guerra Civil del 1936 al 1939 acabó con la inercia de un club que crecía exponencialmente, incluso asesinando vilmente a su presidente, Josep Sunyol, en manos de las tropas franquistas. Francisco Franco (como fiel seguidor del Real Madrid, el equipo del gobierno y la vergüenza del país) lo intentó todo para terminar con el Barça. Le cambió el nombre por contener palabras en catalán, el escudo por dibujar la cruz de Sant Jordi y la bandera de Catalunya, le impuso juntas directivas de extrema derecha, prohibió el idioma catalán de forma oficial e “intervino” en el fichaje de Di Stéfano, robándoselo para los mandriles de la meseta cuando ya estaba firmado por el Barça, aprovechando el poder de las escuchas telefónicas entre el club catalán y River Plate. El peso y la resistencia de los socios, aumentando día a día por las injusticias que se producían a manos del franquismo, hicieron sobrevivir al Barça y mantenerlo como club de primer nivel. El presidente Agustí Montal entró en 1969 con afán de recuperar todos los símbolos perdidos, poniéndose a la contra a todo el Gobierno español. En 9 años devolvió al Barça todo lo perdido desde 1939 pese a las reprimendas de un régimen que ya vivía sus horas de agonía. Con la llegada de Josep Lluís Núñez a la presidencia, el Barça aumentó considerablemente su patrimonio y su capital, pasando a convertirse en uno de los clubes más ricos del mundo y obteniendo los títulos y el reconocimiento buscado durante décadas. Pese a conseguir futbolistas como Cruyff o Maradona, o disponer de más de 125.000 socios distribuidos por el mundo, el Barça siempre se ha mantenido fiel a sus raíces catalanas y a su sentimiento catalanista, convirtiéndose en la actualidad en uno de los mayores símbolos del nacionalismo político catalán. En 1992 la Generalitat de Catalunya premió al Barça con la Creu de Sant Jordi, un distintivo que nunca más se adjudicó a un club deportivo. En 2003, Joan Laporta fue elegido presidente y revolucionó el carácter nacionalista del club, volviendo a mostrar desacomplejadamente su fértil sentimiento catalanista y recuperando el espíritu de los años de Montal, con continuas muestras de apoyo a los actos para exaltar la cultura, la lengua y las tradiciones del país. Con el debut de Leo Messi en el 2004, el Barça dio inicio a una era inimaginable. En efecto, hablar hoy de Messi es hablar del indiscutible mejor jugador del mundo en la actualidad y de uno de los grandes de toda la historia. Con muchos años de fútbol por delante, el genio de Rosario (Argentina) ha superado los logros y los récords de la mayoría de las leyendas de este deporte. Cuando el 16 de octubre de 2004 debutó oficialmente con el Barça en un derbi frente al Espanyol en Montjuïc hacía once meses que en el club, dentro y casi en secreto, se tenía constancia de lo que se venía. Hoy, no se entendería al Barça sin él. Desde aquel debut, se ha ganado 26 títulos, cerca de un tercio de los conseguidos en toda su historia, lo que confirma que por encima de aspectos personales, con los números, fríos, en la mano, Messi ha provocado la mejor época de toda la historia del club blaugrana. Sin poder imaginar qué depararía el futuro, era impensable alcanzar este presente escribiendo en mayúsculas la trascendencia de Messi en el Barça. Y su peso, ya intangible pero cierto, en la historia del club. Existe un Barça antes de Messi y habrá que ver qué ocurre en el Barça después de Messi... Pero la realidad muestra que nada es comparable a la época en que él comanda el club. En lo que ya no se discute es en nombrar al mejor de todos, al número uno de la historia. Messi, con 28 años todavía - y sus cinco Balones de Oro - ya lo ha conseguido, para gloria del Barça, el cual es mucho mas que un club. Hoy, con un nuevo gobierno en la Generalitat, Catalunya reinicia su camino independentista y el Barça como siempre, estará a su lado en los nuevos retos que están por venir: ¡Visca el Barça, Visca Catalunya, Visca els Paisos Catalans! :)
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